10 de mayo de 2007

Edición federal

El amigo Cadorna envía esta hermosa crónica policial del diario El Tribuno, de Salta.


(Chiste malo: por la dureza de la zona, es común llevar armas de fuego o piedras pómez)

Sólo un disparo bastó para que Diego Sebastián Díaz (26) terminara con la vida de Zenón Liberato Frías (39). Todo comenzó en las primeras horas del Día del Trabajador. Algunos paisanos se habían dado cita en el paraje Santa Rosa, distante a unos 30 kilómetros de Rivadavia Banda Sur; y entre ellos, los protagonistas de la tragedia.

Aunque los testigos no están seguros en señalar el hecho preciso que la desencadenó, la balacera alteró el caserío aproximadamente a las 16.30 del Primero de Mayo.
Aún antes del locro ya se había servido el vino y en un principio todos se animaron. Hasta las políticas nacionales aparecían en la charla tras el prisma de un hombre del Chaco salteño. "Ahí todos se conocen, por lo que también cabe la hipótesis de que ya hubiera algo", señaló un oficial de la policía provincial que investiga el caso.

La misma policía reconoce que es común que la gente de la zona cargue algún arma en su vida cotidiana "por las características de la región, porque la caza de animales salvajes es cotidiana o por los cuatreros".

En el patio de un vecino se había improvisado una mesa donde pudieran entrar los invitados al locro, además de los habituales comensales inesperados. Algunos, incluso venían de reuniones de la noche anterior y tenían los caballos cansados de tanto trajín, relinchando nerviosos en la puerta de entrada.

La mayoría de los presentes se dedica la cría de ganado y son gente acostumbrada a las largas jornadas del monte. Con la misma dureza de la geografía, los chaqueños tienen una forma de ser reconocible en el mapa de la provincia.

Las brumas

Frías había llegado del paraje Pelícano Quemado, distante a 50 kilómetros de Rivadavia Banda Sur. Ignoraba que había emprendido una marcha en búsqueda de su muerte cuando vio que Díaz sacaba la pistola calibre 22 y casi sin apuntar disparaba. El hombre cayó fulminado por una bala que se le coló entre las costillas.

Algunos de los comensales ya habían estado en situaciones similares: es común en el monte que sea la bebida un preámbulo para el cierre de cuentas pendientes. Por eso también cuando Díaz tomó el caballo y huyó al galope nadie lo detuvo. Alertados, policías del destacamento de La Unión se pusieron en marcha hacia la finca del Pozo Bravo, a 20 kilómetros de Rivadavia Banda Sur.

Díaz no puso resistencia cuando los uniformados lo llamaron por su nombre: habían rodeado la casa donde estaba oculto. Primero manoteó la 22 pero su hermana Sonia, que lo había refugiado, no necesitó más que mirarlo. El hombre bajó el arma y salió mansamente por la puerta delantera de la casa. Las brumas del alcohol comenzaban a disiparse.

Fantástica.

5 Comments:

Blogger Faco said...

Eso necesitamos en el nuevo periodismo argentino, mejores periodistas y más puetas.

Veo un futuro redactor de crónicas policiales para, justamente, Crónica.

10:40  
Anonymous Anónimo said...

Eso, tenés razón. Lo de la Piedra Pomez es un chiste no malo... HORRIBLE

15:51  
Blogger Daniela Couto said...

El famoso periodismo rural. Hacía tiempo que no veía una de estas.

19:26  
Anonymous Anónimo said...

Si la noticia salió en El Tribuno, falta que hagan saber que estos dos tipos escuchaban Marilyn Manson y Metallica.

02:25  
Anonymous Anónimo said...

Chequeá el Ñ de hoy, el suplemento "cutural" del gran diario argentino.
En la nota de tapa hay un par de errores que merecen ser destacados:
1-A Raúl Gonzalez Tuñón le adjudican un hermano de nombre Eduardo. Que yo tenga entendido, el hermano del pueta, que además fue escritor y periodista, se llamaba Enrique.
2-Nombran a un tal "Jorge Panessi". El crítico literario se llama Jorge Panesi.

Estos detalles los vi en la edición online de hoy a la mañana, no sé si en la escrita también figuran.

19:23  

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