7 de junio de 2006

No quería decir nada, pero...

Ayer, en Telenueve, Mercedes Martí hacía su "comentario editorial" mientras aparecían en pantalla las imágenes del velatorio de María Pía Guglielmino, la empresaria asesinada el lunes en Palermo. El comentario de la conductora del noticiero del 9 fue, casi textualmente:

María Pía era madre de una chiquita de 3 meses... Una bebé que no va a tener nadie que la acompañe cuando dé sus primeros pasos, que no va a tener nadie que la acompañe a su primer día de jardín, esa nena no va a tener una madre que esté con ella durante su vida... Todo por esta inseguridad que sufrimos día tras día en la Argentina.

1) ¿Por qué nadie hizo un comentario parecido cuando murieron los trabajadores textiles bolivianos sometidos a esclavitud en el incendio de la fábrica de Caballito? ¿Acaso ellos no eran padres también?

2) Lo único a lo que apelaron/apelan los noticieros de televisión sobre el caso de Guglielmino son o a) la sensiblería barata antes mencionada, o b) los comentarios acerca de la inseguridad que permite estos hechos y la falta de políticas públicas en esa dirección (incluyendo, por supuesto, los comentarios de Juan Carlos Blumberg, autoerigido en defensor oficial de todos los argentinos ABC1 que mueren en hechos delictivos).

Sobre lo primero, creo que no hace falta agregar más. Ahora bien, una lectura básica de lo sucedido en los bosques de Palermo pone a la luz lo tendenciosas que son estas segundas posiciones. Lo criticable en este hecho es, por ejemplo, que la ambulancia del SAME tardara 45 minutos en llegar al lugar; no la acción o inacción policial para evitar el delito. Guglielmino, según declaraciones recogidas por el mismo Telenueve, hacía todos los lunes el mismo recorrido en auto con la recaudación del buffet que regenteaba para depositarlo en el banco. Si esto es correcto, la actitud de María Pía (aunque suene antipático) era tentadora para cualquier delincuente que conociera ese dato, o bien para un empleado infiel.

Intentando seguir la lógica de los analistas de poca monta, el hecho se debió a la inacción de la Policía. ¿Cuáles serían, entonces, las actitudes a tomar por el Gobierno? ¿Poner un patrullero en cada cuadra? ¿Escuchar todas las conversaciones telefónicas, con el fin de descubrir "posibles hechos delictivos"? La única forma de evitar este tipo de hechos es con educación: que una persona sepa que si sale todas las semanas con más de $20 mil, el mismo día a la misma hora, con el mismo auto y haciendo el mismo recorrido, corre un riesgo altísimo de ser víctima de una salidera. Suena a sentido común, pero evidentemente no lo es. Y ahí sí es donde podría ayudar la Policía, con campañas de concienciación: campañas en las que, por supuesto, la colaboración de los medios de comunicación es fundamental. Lástima que, para muchos, es más fácil aprovechar una muerte para bajar línea que efectivamente intentar evitar que se repita.